Evolución del derribo
El derribo del edificio comenzó con el desmantelamiento del interior: mesas, sillas, ventanas, estanterías, taquillas, radiadores, aparatos médicos y otros utensilios, clasificando por materiales los elementos no aprovechables, para su reciclaje. Se colocaron contenedores donde se agrupaba material útil para un segundo uso.
Una vez más fuimos pioneros ya que, hasta la fecha, no se había realizado este método de trabajo en ningún edificio de España con la problemática del amianto.
Respeto al entorno
El edificio era colindante con el nuevo hospital, con puntos situados a escasos metros e incluso centímetros. Éste estaba ocupado por pacientes y personal sanitario, así que el reto han sido las emisiones de polvo al ambiente. Se han utilizado pantallas protectoras y cañones– nebulizadores de agua, además de un control continuo de las partículas en suspensión para comprobar que las medidas de minimización de polvo funcionan correctamente, manteniéndolas por debajo de los límites establecidos por el hospital.
Gran envergadura del edificio
Demolición en altura para una estructura de diez plantas, que ha exigido una maquinaria especial para alcanzar la altura necesaria. Se ha utilizado la Caterpillar 390 con el implemento demoledor Trevibenne HC 33. Una máquina que impresiona por su precisión y potencia, que permite acceder a puntos críticos y proporciona mayor seguridad
Residuos y reciclaje
Todos los residuos de la demolición fueron valorizados a pie de obra, reduciendo su tamaño y clasificando cada residuo independientemente.
- Superficie demolida 77.382 m2
- Cantidad de residuos no peligrosos gestionados – 67.117 tn
- Cantidad de residuos peligrosos gestionados – 3.383 tn ( 3327 tn de amianto y 57 tn de RAES )
- Porcentaje de reutilización de los residuos no peligrosos – 95%
- Porcentaje de reutilización yeso (catalogado como residuo con bajo porcentaje de valorización)- 99%
Cabe destacar las 2.379 toneladas de residuos de yesos que han entrado directamente en producción de materiales para una segunda vida.
En cuanto al acero, se procedió a retirada de las piezas de acero de manera cuidadosa por parte de la gran maquinaria de demolición para que así el residuo depositado en acopio de obra ya estuviese limpio de cualquier resto de otro material. Posteriormente se ha procedido a cortar las piezas de manera que ninguna superara el metro de longitud (condición indispensable para ser aceptada directamente en las acerías).
Gracias a la concienciación ambiental de Erri Berri, se ha conseguido la valoración de un porcentaje muy elevado de residuos, destacando los siguientes beneficios:
– Se ha contribuido a la reducción del consumo de recursos naturales como son el mineral de hierro y de yeso.
– Se han reutilizado residuos de acero y yeso (entre otros), reduciendo el volumen de residuos destinados a vertedero, lo que reduce el impacto ambiental y económico.
– Se contribuye al impulso de la economía circular.
Vuelta al origen
El Clínico fue levantado entre los años 1970 y 1975, en una campa llamada «la huerta Chopera». Fue referencia durante más de 40 años. Ahora desaparece y el espacio vuelve a su origen, para seguir construyendo historias y emociones que permanecen. Sobre el terreno se edificará el edificio de consultas externas del nuevo complejo hospitalario, además de liberar espacio para este gran proyecto sanitario. Esa es nuestra huella para construir un mundo mejor: no dejar huella.